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domingo, 17 de marzo de 2013

1981 El FMLN Lanza su ofensiva Final


El 10 de enero de 1981, el FMLN y el FDR dio a conocer un escueto comunicado por todo el mundo: "A las 5 de la tarde de hoy se inició la ofensiva general. El enemigo está perdido; lo tenemos rodeado; la justicia popular ha llegado."

Los combates comenzaron con el ataque a varias de las guarniciones más importantes del país, como la de San Francisco Gotera, en Morazán, y las de San Miguel, Santa Ana, Zacatecoluca y varias de San Salvador. En ese momento quedó claro que, pese a todos los preparativos, las fuerzas del FMLN no estaban listas para el combate frontal contra el ejército y los cuerpos de seguridad, y lo que debía ser una rápida victoria se convirtió en un impasse que corría en contra de las fuerzas revolucionarias, pues el gobierno salvadoreño recibió un rápido y masivo apoyo militar del gobierno estadounidense, aún encabezado por James Carter.
El FMLN había confiado también en que los ataques contra el ejército provocarían insurrecciones locales por todo el país, pero éstas no se produjeron. En la capital se declaró la huelga general y hubo combates de calle entre las fuerzas de seguridad y comandos urbanos y milicias, pero la población tampoco se levantó, y para el 20 de enero, día de la toma de posesión de Reagan, la ofensiva había fracasado. Los combates continuarían durante algunos días más, en especial en las zonas rurales.
Según diferentes valoraciones, fueron varios los factores que determinaron el fracaso de la "ofensiva final" u "ofensiva general". La más importante fue la desarticulación de las dirigencias de los movimientos de masas y el traslado de sus cuadros más eficaces a las instancias militares. Luego, las organizaciones político-militares declararon dentro del FMLN una cantidad mucho mayor de sus fuerzas reales, y los planes se hicieron con base en esto; se confiaba en que la población insurreccionada compensaría la falta de efectivos guerrilleros. Además, por la desconfianza existente entre las propias organizaciones guerrilleras y de masas, no se estableció un mando común, un estado mayor general o mecanismos de coordinación sobre el terreno, y cada una actuó por su lado, sin mantener informadas a las demás. No se establecieron mecanismos de logística, y los incipientes comités de barrio no contaban con líderes, planes de acción concretos ni mecanismos de lucha prestablecidos.
El FMLN, en fin, jugó a la carta de la "ofensiva final" toda la energía organizativa acumulada a lo largo de una década. La derrota llevó a un replanteamiento de los mecanismos de lucha, que quedaron prácticamente destruidos, y de la estrategia revolucionaria insurgente. Este replanteamiento llevó no sólo a un reforzamiento militar del FMLN, con un énfasis menor en el movimiento popular y político, sino también a pugnas entre y dentro de las organizaciones político-militares. Una de las consecuencias extremas de las discusiones sería el asesinato en Managua, el 6 de abril de 1983, de la comandante Mélida Anaya Montes, "Ana María", y el posterior fallecimiento del comandante Salvador Cayetano Carpio, "Marcial", los principales dirigentes de la más poderosa organización del FMLN, las Fuerzas Populares de Liberación "Farabundo Martí".

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